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1.- La Amenaza Imperialista
A comienzos del siglo XXI la humanidad ha ingresado de lleno en la encrucijada más riesgosa de su historia. El capitalismo en la fase imperialista ha tocado sus límites y se ha reafirmado, con sus políticas de desarrollo neoliberales y su modelo de influencia mediática, como el principal enemigo de la humanidad. Tras sucesivas postergaciones paliativas de una crisis estructural que corroe los cimientos del sistema desde hace décadas, el mecanismo socioeconómico dominante en el planeta está trabado y amenaza con explotar.
La crisis de este modo de producción irracional, con su generación incontrolada de residuos y desechos, basado en la explotación de países, pueblos, clases y personas y en la destrucción de la naturaleza, lleva a la competencia entre los centros imperialistas de la economía mundial en lucha despiadada por los mercados, y a la crisis ecológica que amenaza no sólo a la humanidad sino, en realidad a cualquier forma de vida en el planeta.
Empujado por la lógica de esa competencia, en primer lugar y luego por la necesidad de hallar formas rentables para invertir masas inmensas de capital excedente (especialmente en la industria bélica y las tecnologías avanzadas); y también por el imperativo de destruir mercancías sobrantes para sanear el mecanismo y reiniciar el ciclo económico, el imperialismo arrastra al mundo a la guerra y a la total destrucción del planeta.
Sólo que con el actual grado de desarrollo de la ciencia y la tecnología, a diferencia de las dos conflagraciones mundiales ocurridas durante el siglo XX, la guerra no se limitaría a destruir vidas humanas, culturas y bienes para permitir que puedan nuevamente ser producidas y vendidas: acabaría con toda forma de vida sobre la tierra.
Las atrocidades cometidas por Estados Unidos y potencias menores, como en la invasión a Irak, son sólo el prólogo ominoso de lo que espera a la humanidad si no se logra frenar esa dinámica mortífera. Detener al imperialismo, impedir la guerra tecnológica y mediática, son por tanto las más trascendentales prioridades de los pueblos.
Con el desplome de la Unión Soviética a comienzos de los años 90 del siglo XX, se rompieron las compuertas que impedían al capital paliar su crisis, descargándola sin atenuantes sobre las naciones dependientes y sus trabajadores y trabajadoras, campesinos y campesinas y otros sectores sociales. El precio de la crisis capitalista en los países centrales es el aumento vertiginoso de la miseria en los países de la periferia. Una concentración sin precedentes de la riqueza en manos de unos pocos, redunda en la degradación, el sufrimiento, el hambre y la muerte para la inmensa mayoría de la humanidad, incluidos de manera creciente los pueblos de los países imperialistas.
Ese alud de pobreza es la otra vertiente de la crisis que amenaza la vida en la Tierra. Ante la incapacidad creciente de las instituciones y alianzas con las cuales mantuvo su poder durante el siglo XX, el imperialismo apela ahora a las desesperantes necesidades de millones de seres humanos, para lanzarlos unos contra otros en guerras fratricidas y sin otro destino posible que la destrucción, la degradación y la muerte en escalas nunca antes vistas.
Con el surgimiento de la Revolución Bolivariana bajo el liderazgo del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, se inicia un despertar de los movimientos sociales, que incide en el avance de los procesos de emancipación de América Latina y el Caribe. Los pueblos se levantan y enarbolan las banderas de la soberanía y se profundiza la lucha antiimperialista; van surgiendo gobiernos progresistas como el de Lula en Brasil, Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, el Frente Amplio toma el poder y se consolida en el Uruguay con el triunfo de Pepe Mujica, surge el gobierno de Lugo en el Paraguay, los sandinistas retoman el poder y se mantienen con Daniel Ortega al frente en Nicaragua, el gobierno de Honduras con el Presidente Zelaya se incorpora al Alba, el Frente Farabundo Martí gana en el Salvador y arriba la ALBA al Caribe con la incorporación de Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda; estos avances con la presencia de la Cuba de Fidel y el liderazgo de Chávez provocan un cambio en la correlación de fuerzas en el continente que genera esperanza en los pobres de América Latina y el mundo.
Hoy, ante el avance de las fuerzas emancipadoras en el continente, el imperio reacciona desatando una contraofensiva con el fin de reforzar su estrategia de dominación, expansionismo, divisionismo y destrucción, que promueve la violencia, el secuestro, el narcotráfico, el paramilitarismo e irrumpiendo contra el principio de soberanía y autodeterminación de los pueblos. Así presenciamos el derrumbe de la democracia en Honduras y el derrocamiento del Presidente Zelaya; la presencia de la IV flota de la Armada de Estados Unidos en aguas latinoamericanas, con la amenaza de penetrar hacia el interior del continente por vía fluvial; y la expansión de las bases militares en Colombia, Panamá y las Antillas. Mientras los pueblos avanzan en la construcción de la unidad Latinoamericana y Caribeña el imperio intenta impedirla utilizando como instrumento su presencia militar en Colombia. Allí se inscribe la violación de la soberanía de la hermana República del Ecuador; las provocaciones constantes desde Colombia a Venezuela con el fin de justificar una intervención armada en nuestro país tales como la presencia de paramilitares activados en Venezuela, el asesinato de Guardias Nacionales en la frontera, las incursiones en territorio venezolano de integrantes de la policía política colombiana (DAS) y la violación de nuestro espacio aéreo por parte de aeronaves norteamericanas provenientes de bases militares desde las Antillas.
2.- Crisis del Capitalismo Mundial.
El imperialismo capitalista se configura, se desarrolla y se realiza en sus contradicciones, de las cuales las fundamentales son la que enfrenta las relaciones sociales de producción (formas jurídicas de propiedad) con el desarrollo de las fuerzas materiales del trabajo (ciencia y tecnología); las formas de producción crecientemente social con la apropiación capitalista privada individual; los trabajadores y trabajadoras y demás sectores sociales explotados y oprimidos con la burguesía, la oligarquía y el imperialismo; el imperialismo y sus mega corporaciones monopólicas transnacionales con los Estados-Nación y su independencia y soberanía; la racionalización extrema de las unidades de producción (reingeniería y calidad total) con la anarquía creciente de la producción y la sociedad.
En los últimos tiempos, durante la hegemonía de la fase neoliberal del imperialismo capitalista, estas contradicciones han tendido a agudizarse a grados extremos.
Paradójicamente esta situación se presenta en momentos en que asistimos a la más grande revolución científica y tecnológica que conozca la humanidad y que ninguna sociedad anterior pudo imaginar siquiera en materias como el descubrimiento del genoma humano, los desarrollos en inteligencia artificial, las Tecnologías de Información y Comunicación y los logros en biotecnologías y nuevos materiales, para mencionar algunos de los más importantes avances científicos y tecnológicos actuales, que han creado las bases materiales para ascender a un orden social superior que, sin embargo, por el contrario, sólo ha servido para incrementar la desigualdad y la injusticia. La consecuencia es un insólito grado de pobreza que afecta a todos los pueblos del mundo.
El sistema ha tendido a hacerse cada vez más parasitario y expoliador y esto se expresa en la contradicción creciente entre la preponderancia del dinero y el mercado (valor de cambio) y la producción de bienes y servicios para atender necesidades reales (valor de uso), con lo que cada vez existe menor posibilidad de satisfacer esas necesidades. Esa contradicción explica la tendencia a las crisis financieras como la que ha originado la última crisis del imperialismo capitalista, la que al igual que todas las crisis del capitalismo siempre conducen a una explotación más profunda de la fuerza de trabajo, el desmejoramiento de las condiciones de trabajo y mayor sufrimiento para todos los pueblos explotados del mundo.
La voracidad del imperialismo no afecta solamente a la humanidad. Afecta también a la naturaleza. La explotación irracional de la naturaleza por parte de las grandes corporaciones monopólicas ha llevado al planeta y a toda forma de vida al borde del colapso. La reducción de la capa de ozono, el efecto invernadero, el cambio climático y el recalentamiento global, la contaminación de aguas y océanos, la pérdida de espacios forestales, son síntomas de que nos aproximamos peligrosa y aceleradamente al desastre.
Esta dramática situación, a todas luces insostenible, ha llevado al establecimiento de mecanismos de dominio absoluto de la ideología burguesa, que con tanta fuerza denunció Marx, como instrumentos para ocultar la degradación de la vida y para intentar la legitimación del imperialismo capitalista, mediante el envilecimiento de la conciencia social a través del uso y explotación de las redes de comunicación apoyadas en las Tecnologías de Información y Comunicación, las cuales han impuesto un demencial grado de alienación de la conciencia social en el ámbito global.
Asistimos a un creciente dominio de la dictadura de los propietarios de los medios de difusión ideológicos masivos que ha contribuido grandemente con el envilecimiento de la conciencia social y la parálisis egoísta de la sociedad, sobre la base de identificar la racionalidad humana con la racionalidad mercantil y de exacerbar al extremo el individualismo egoísta y posesivo alrededor de un exagerado consumismo mercantil. La consecuencia es que nos enfrentamos a un sujeto social que constantemente pierde su espiritualidad, sensibilidad y sentido de vida y pertenencia social y que naufraga en sus profundos desequilibrios.
La consecuencia de estos procesos es una agudización extrema del carácter polarizante del capitalismo: acumulación de la riqueza, la propiedad, la producción y los privilegios en un polo, frente a la concentración de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral de los trabajadores y los pueblos del mundo, en el otro. Detrás de este proceso se desarrolla la tendencia que empuja a la eliminación del estado-nación periférico y su soberanía y la preponderancia del estado-nación hegemónico, con EE.UU. y sus organizaciones supranacionales en plan de recolonizar el planeta bajo su dominio, con el ardid de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, dentro de un proceso de reordenamiento en la lucha por la hegemonía mundial.
Estas son algunas de características actuales del funcionamiento del capitalismo que muestran el proceso de agudización de sus contradicciones y plantean la urgente necesidad de la revolución socialista como condición de salvación de la vida humana y el planeta.
3.- Terminar con el Capitalismo y Construir el Socialismo para acabar con la Pobreza e implantar la Justicia Social.
De la inclusión social a la construcción del Socialismo Bolivariano
Combatir y acabar con la pobreza y la miseria en todas sus manifestaciones, el desamparo, la marginalización y la exclusión, es otra prioridad inseparable de las anteriores: sin acabar con la explotación, la polarización o concentración de la riqueza en pocas manos y el crecimiento de la pobreza más allá de todo lo conocido en la historia, la guerra sería inevitable.
La historia del mundo y muy claramente la experiencia venezolana, demuestran que el capitalismo, en la era del imperialismo en crisis, lejos de acabar con la pobreza, en su devenir irracional, la aumenta cada día, mostrando al mundo que detener al Imperialismo y construir el socialismo, asumiendo el pueblo el poder, para la trasformación del modo de producción capitalista, es la única salida y meta racional, necesaria y posible en esta encrucijada de la humanidad.
El partido socialista debe ser el verdadero guía y unificador de la clase y sectores explotados en la batalla por liberar definitivamente a la patria de la pobreza extrema, el atraso y la dependencia; debe ser el propulsor de la conciencia social y de los cambios históricos, promotor de la justicia social, moral y económica. Si hay educación para la conciencia ideológica-socialista de toda la población, se podrá derrotar la pobreza.
El partido debe asumir el compromiso de luchar contra la injusticia y la exclusión. Impulsar nuevas formas de organización y políticas sociales que mejoren el nivel de vida y garanticen la mayor suma de felicidad posible. Promover el sentido de pertenencia, respeto, igualdad y dignidad, la crítica y autocrítica, para combatir todas las amenazas que confronta la revolución como la guerra de cuarta generación (desarrollada por los medios de comunicación del capitalismo), teniendo presente el carácter socialista revolucionario y antiimperialista del proceso, evitando la transculturización, todo ello aunado al ejercicio de la contraloría social sobre los gobernantes y funcionarios públicos, especialmente sobre los que militen en el partido.
En el presente, podemos afirmar que durante los años del Gobierno Bolivariano Revolucionario, se ha dado prioridad a la inclusión social, la misma exigía respuestas rápidas y masivas; de allí el origen de las misiones como una estrategia para burlar la estructura burocrática y pesada del estado burgués heredado, utilizando la renta petrolera como fuente de financiamiento. Podemos mostrar los avances en la inclusión social, allí están los indicadores sociales; en Educación, Salud, Nutrición y en acceso a derechos humanos fundamentales. La erradicación del analfabetismo, los avances hacia la universalización del derecho a la educación, el tener la mayor tasa de crecimiento de la matrícula de educación superior en América Latina, el incremento en los porcentajes de la población con acceso al agua potable y a la recolección de las aguas servidas; el incremento del porcentaje de la población con acceso a la atención médica y a los medicamentos, la reducción de la desnutrición y la mortalidad infantil, son entre otros indicadores que nos han permitido alcanzar algunas metas del milenio antes del plazo establecido (2015). Así mismo hemos saltado del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de nivel medio a un IDH alto y según el informe de la CEPAL, Venezuela aparece hoy como el país con menor desigualdad de América Latina. Todo esto gracias al enorme esfuerzo por la inclusión social realizado por el Gobierno Bolivariano Revolucionario que lidera nuestro Comandante Hugo Chávez.
Reconocidos los avances y logros de la revolución bolivariana en la inclusión social, se hace necesario saltar a una nueva etapa del proceso: a la construcción del Socialismo Bolivariano. Esto exige profundizar en los cambios estructurales y estratégicos. Necesitamos construir un modelo alternativo al modelo de acumulación de capital, generador de pobreza y exclusión social, un modelo sustentable y sostenible. Nuestro Comandante Hugo Chávez, lo ha definido como el Socialismo Bolivariano, asumiendo las grandes líneas y los principios del socialismo aplicados a la realidad histórica y cultural concreta de la Venezuela de hoy, que debe ser construido, además, entre todos, con la participación y el protagonismo del pueblo.
La Revolución Bolivariana reconoce el rol histórico que han ejercido las mujeres a lo largo de nuestra historia en general y en particular en el proceso revolucionario y por lo tanto impulsa políticas públicas que garantizan la equidad de género. El partido rechaza cualquier tipo de discriminación hacia la mujer y no permite su utilización como objeto sexual o como mercancía.
4.- Del Estado capitalista burgués al Estado Socialista.
Restituir el poder al pueblo: Construcción del Poder Popular
La conclusión es transparente: “para acabar con la pobreza, es preciso darle el poder a los pobres” y construir el socialismo. Ese poder nace de la participación y el protagonismo del pueblo.
El Partido Socialista Unido de Venezuela debe ser propulsor de la participación directa del pueblo y su instrumento para la construcción del socialismo. Esa participación debe ser democrática y plena, de trabajadores y trabajadoras, campesinos y campesinas, jóvenes, intelectuales, profesionales, artistas, amas de casa, pequeños productores, comerciantes del campo y de la ciudad, pueblos indígenas y afro-descendientes, en la conformación y funcionamiento de todos los órganos del poder, en la elaboración, discusión y resolución de programas y estrategias y en la promoción y elección de sus direcciones, en igualdad de condiciones, para lograr la dirección colectiva del proceso revolucionario.
Para ello, es tarea fundamental del partido elevar la conciencia revolucionaria de la masa, organizarla y formarla para la lucha por la conquista del poder, elevar su nivel de conciencia filosófica, política, ideológica, moral y organizativa para lograr la transformación de patrones de representatividad en patrones de democracia participativa y protagónica. Significa formar al pueblo para el ejercicio del poder en las funciones de planificación, elaboración de presupuestos, toma de decisiones, ejecución y control orientados por valores socialistas. Asimismo significa, en lo ideológico, asumir el socialismo bolivariano como nuestro mayor ideal de sociedad, de modelo político y de Estado. Bajo estas orientaciones, el partido debe ser un instrumento de lucha para la emancipación, una herramienta política unificadora y un órgano de control político, económico, financiero y social del gobierno en toda su estructura, bajo el fundamento de la concepción socialista del partido.
El partido enmarca sus líneas estratégicas para la construcción del poder popular en la elaboración, formulación, control previo y posterior en la ejecución de los programas de gobierno, con sentido de equidad, igualdad, humanismo y bajo principios socialistas, en el proceso generador de la nueva hegemonía del poder.
La construcción del Poder Popular se fundamenta en el enfoque territorial organizativo que nos proporciona la Nueva geometría del Poder Popular. Con ese enfoque se promoverá el fortalecimiento de los movimientos sociales de base.
El partido debe tener por objetivo dar poder al pueblo organizado y consciente, socializando el poder político a través del ejercicio directo del poder de las masas en la búsqueda del desarrollo ético, social, científico, artístico y cultural.
El partido como instrumento de lucha de millones de hombres y mujeres libres, ratifica asimismo la necesidad de una efectiva centralización para la acción en los grandes combates ya entablados: contra la pobreza, la explotación, la corrupción, la degradación del ser humano, la reacción interna y sus mandantes imperialistas.
Habrá de ser la herramienta política unificadora de las grandes mayorías y nace con la convicción de que afronta una constante amenaza militar de los enemigos internos y externos de la Revolución, razón por la cual asume en todos los planos la responsabilidad de defender a la patria, enfrentar y vencer el imperialismo.
Para avanzar hacia la sociedad socialista que queremos, necesitamos sustituir el Estado capitalista burgués por un Estado Socialista. El nuevo estado esbozado, avanza hacia el estado comunal planificado y orgánico cuya concreción se da por la interacción dialéctica entre las viejas células organizativas, poco dinámicas y obsoletas y las nuevas formas organizativas superiores como las comunas, consejos comunales, consejos revolucionarios de trabajadores y trabajadoras, consejos revolucionarios de estudiantes, entre otros.
El partido, junto al pueblo, debe afianzar la lucha contra la corrupción, creando las condiciones y los mecanismos para combatir este vicio enquistado en las estructuras del Estado burgués, que promueve la degradación moral y ética de las instituciones y del ser humano, generando prácticas que riñen con los principios éticos; en consecuencia, se debe promover la búsqueda incesante de la transformación revolucionaria de la conciencia del deber social, aunado con la aplicación de elementos jurídicos que liquiden la impunidad, castigando implacablemente hechos que atenten contra la ética y la moral pública. Todo acto de corrupción es un acto contra revolucionario, el Partido trabajará en el fortalecimiento de la ética revolucionaria, que es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre el discurso y la acción.
5. El Internacionalismo
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), debe enmarcar su práctica internacionalista para contribuir a la unión de los pueblos que luchan por establecer proyectos emancipadores y libertarios en América Latina, el Caribe y otros Continentes del mundo; en la búsqueda de proporcionar la mayor suma de soberanía, independencia, autodeterminación, bienestar y felicidad posible a sus ciudadanas y ciudadanos.
La Revolución Bolivariana, dado su carácter anticapitalista y antiimperialista, creará mecanismos para consolidar alianzas con movimientos políticos y sociales similares a nivel mundial, con el objetivo de alcanzar un nuevo orden internacional pluripolar.
El Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV, fomentará espacios de difusión y capacitación ideológica para el intercambio de experiencias socialistas con los pueblos del mundo. El Gobierno Bolivariano Revolucionario ha profundizado el intercambio solidario y humanista de recursos con otros países como alianza estratégica en lo económico, político, social, cultural, etc., ejemplo: la ALBA, Petrosur, Petro-Caribe, Telesur, Banco del Sur, UNASUR y el proyecto de creación de la Organización de Naciones Latinoamericanas y el Caribe, para combatir y derrotar el imperialismo.
6.- La Defensa de la Revolución.
La defensa de la Revolución Bolivariana implica la defensa de la soberanía nacional, tarea que es responsabilidad fundamental del partido y el pueblo combinando todas las formas de lucha para evitar que el imperialismo y sus aliados puedan avanzar en dinámicas belicistas, anexionistas, divisionistas, de sometimiento y destrucción del mundo.
7.- La Unidad
El Partido nace como expresión de la voluntad revolucionaria del pueblo y representa la síntesis superadora de todas las luchas y fuerzas revolucionarias de Venezuela, de todas las vertientes del pensamiento revolucionario y socialista. Proclama su pertenencia a la clase trabajadora explotada y oprimida, así como a todos los hombres y mujeres que abracen el ideal bolivariano y socialista, producto de la unidad revolucionaria de las mayorías, multifacéticas, abarcadoras de la más amplia diversidad de orígenes étnicos, ideológicos y políticos. El partido promoverá en el seno del pueblo la unidad de manera orgánica, política, ideológica y programática como la forma fundamental de la unidad revolucionaria.
El Partido concibe la unidad como producto de la cohesión en torno a los valores y principios colectivamente aceptados, reflejados en el Programa, sus estatutos, sus fundamentos ideológicos y su accionar político, destinados a erradicar el fraccionamiento de intereses particulares y la anarquía y sustituirlos por el interés colectivo y el bienestar social.
El partido considera que la unidad fundamental es la unidad del pueblo, no obstante, procurará alianzas con todos los movimientos sociales y organizaciones políticas de la revolución, dentro de los límites establecidos por nuestros principios revolucionarios: un partido motor indispensable en el combate contra las injusticias y las desigualdades entre clases sociales. Un partido respetuoso de la diversidad ideológica, étnica y cultural. Un partido que debata democráticamente y de manera permanente las ideas para hacer la revolución y construir la sociedad socialista. Un partido que vele por el mantenimiento de los valores éticos y morales de los militantes.
8.- Original y creativo
Siguiendo la máxima de Simón Rodríguez, “inventamos o erramos”, el Socialismo Bolivariano por el que lucha el Partido, será original, propio, creativo y con un profundo sentido colectivista del ejercicio del poder, que busca construir una superestructura que sirva de soporte al modelo económico socialista, orientando y direccionando al mismo tiempo políticas congruentes con el sentido de identidad de nuestro pueblo y su historia para la preservación de nuestra naturaleza.
El Partido se esforzará por formar a sus militantes en el Árbol de las Tres Raíces –el pensamiento y la acción de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora- y rescatará con sentido crítico las experiencias históricas del socialismo, adoptando como guía el pensamiento y la acción de revolucionarios y socialistas latinoamericanos y del mundo, como José Martí, Ernesto Che Guevara, José Carlos Mariátegui, Rosa Luxemburgo, Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, Troski, Gramsci, Mao Tse-Tung y otros que han aportado a la lucha por la transformación social, por un mundo de equidad y justicia social, en una experiencia humana que tiene antecedentes remotos, como la cosmovisión indio afro americana, el cristianismo, la teología de la liberación. Se apoyará en los aportes del socialismo científico y en los del Marxismo en tanto a la filosofía de la praxis, herramienta para el análisis crítico de la realidad y guía para la acción revolucionaria.
El Socialismo Bolivariano responderá a la praxis creadora, al libre ejercicio de la voluntad y los anhelos del pueblo venezolano. No será “copia ni calco”, para usar la expresión de José Carlos Mariátegui, sino “creación heroica”.
Nuestro socialismo reconoce la diversidad de nuestros orígenes, y valora las raíces indígenas, europeas y africanas que dieron origen a nuestra gran nación suramericana. Incorpora de la doctrina de Simón Bolívar; particularmente su visión antiimperialista y su planteamiento sobre la necesidad de unión de los países nuestroamericanos, de Simón Rodríguez su lucha por la educación liberadora, popular y para todos, y de Ezequiel Zamora su lucha por la propiedad social de la tierra, su enfrentamiento a los poderes oligárquicos y su programa de protección social. Así mismo, asume la unión cívico-militar como una de sus características fundamentales.
9.- Construcción del Socialismo Bolivariano: única salida.
La propiedad privada de los medios de producción determina en cualquier sociedad las relaciones de trabajo, las relaciones humanas y todos los aspectos de la vida, negando los objetivos de una sociedad humanista, solidaria, socialista. Pero no es menos cierto que la transición en el actual momento de la humanidad, exige una cuidadosa evaluación de cada paso a tomar, para garantizar siempre y en todo momento la participación consciente de las mayorías y la eficiencia necesaria.
La explotación del hombre por el hombre contradice los sentimientos de solidaridad, mutila los vínculos de fraternidad. El capitalismo atenta contra la condición humana y contra la permanencia de la especie. El imperativo irracional del crecimiento y la acumulación provoca la destrucción planetaria de los ecosistemas y amenaza con extinguir las fuentes de vida. Esa dinámica catastrófica es causada por un sistema socioeconómico que prescinde de las necesidades de la humanidad y actúa obligado por su propia lógica, compelido al crecimiento constante en pos del lucro. En esa carrera demencial provoca periódicos momentos de crisis que el sistema “resuelve” con la destrucción masiva de vidas humanas, bienes materiales y recursos naturales. El Socialismo es la única salida para garantizar la existencia de la humanidad.
Desde que la sociedad se dividió en clases, hubo resistencia y combate contra la opresión y la explotación. Pero a partir de la victoria del capitalismo frente al feudalismo y el predominio del modo capitalista de producción a escala mundial, las luchas sociales del naciente movimiento obrero industrial se fusionaron con el pensamiento más avanzado de su época y dieron lugar a una lucha por el socialismo basada en la ciencia y en los sentimientos más profundos de los seres humanos.
En nuestro continente, Simón Bolívar sentaba las bases de la emancipación nacional y social con su gesta libertadora y su visión humanista y revolucionaria, hoy fundamentales para la unión de nuestros pueblos y la transformación social en nuestro tiempo.
Frente a la crisis del sistema y las gravísimas amenazas que conlleva, el desafío contemporáneo consiste en encaminar la acción de manera tal que las masas explotadas y oprimidas de Venezuela incorporen el máximo de conocimientos de la Historia, la economía y la teoría política, para apoyarse en ellos en la inmensa tarea de responder de manera original, amarrada a la realidad concreta, a las raíces de la venezolanidad, a las particularidades culturales incluso de cada región y grupo social, ante cada exigencia cotidiana, ante cada dificultad planteada por la transición del capitalismo al socialismo.
Este contexto abre la perspectiva de promover un bloque antiimperialista internacional de gran escala, con la participación de gobiernos nacionales, provinciales y locales, movimientos sociales de diferente naturaleza y fuerzas políticas también de un amplio arco ideológico. Se trata de unir en la acción a cientos de millones de personas en todo el mundo contra el imperialismo y sus guerras.
Del mismo modo, está planteada la posibilidad de producir en nuestra América una transformación cualitativa en la realidad político-organizativa de decenas de millones de explotados y oprimidos. El Partido asume por tanto la necesidad de forjar instrumentos en los cuales converja y se rehaga a sí mismo el pensamiento revolucionario universal, como vanguardia de una era de inmensos desafíos y grandes victorias: el capitalismo es internacional; la revolución es internacional; internacional ha de ser el pensamiento y la acción que la realice.
El accionar en función de las nociones de bloque antiimperialista mundial y convergencia revolucionaria y socialista de los pueblos de nuestra América guiarán los pasos del Partido, en la certeza de que la concreción de esos objetivos cambiará las relaciones de fuerza a escala internacional e inaugurará una nueva era histórica.
Finalmente reivindicamos la construcción del socialismo como la única salida frente al capitalismo, en su fase imperialista y para lograr la redención de nuestro pueblo. La construcción del socialismo ha comenzado en Venezuela. La crisis del imperialismo es una evidencia insoslayable. El Partido nace para defender a la Patria, para llevar la Revolución a su objetivo emancipador, como instrumento para llevar al pueblo y a los explotados al poder, para ponerse al servicio del tránsito del capitalismo al socialismo, transformando progresivamente las relaciones de producción, de intercambio y de propiedad de los medios de producción para la liberación de la clase trabajadora, terminando con el control y monopolización de los medios de producción por la burguesía, transfiriéndolos al poder de los trabajadores y trabajadoras, a las comunidades y para sumarse a todos los pueblos del mundo en la tarea de enterrar al capitalismo y edificar un mundo nuevo, a la medida de una humanidad libre y plena. Esto implica la socialización de los medios de producción, la distribución racional de la tierra y de las riquezas, combatir la corrupción y el burocratismo. Se trata del cambio del modelo económico rentista, mono productor y consumista por uno productivo y diversificado, que apunte hacia la satisfacción plena de las necesidades humanas.
El socialismo es la verdadera manera de retomar el profundo significado de la democracia, con el desarrollo del poder popular al máximo, como forma más acabada de la democracia participativa y protagónica, de la participación de las masas populares en la construcción de la nueva sociedad, donde el poder del pueblo organizado legitima y potencia las acciones hacia una sociedad humana y unida, en convivencia amorosa y en paz, en la búsqueda y perpetuación de un mundo en el que prevalezca la justicia e igualdad social como principios básicos para el diseño de la distribución de la riqueza y los beneficios de la sociedad, la ética y moral socialistas como eje fundamental que determine el comportamiento abnegado de los miembros de la sociedad, para la suma felicidad del ser.
El Partido asume el ideario Bolivariano, la contribución de Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez, así como los aportes de lucha y organización de los pueblos indoafroamericanos; se inspira en los orígenes del cristianismo, en la teoría de la liberación, se nutre del socialismo científico y las experiencias de sus hombres y sus mujeres que han luchado por la revolución y la construcción del socialismo.
El Partido se declara como:
Anticapitalista y Antiimperialista
Anticorrupción
Socialista
Marxista
Bolivariano
Comprometido con los intereses de la clase trabajadora y el pueblo
Humanista
Internacionalista
Patriótico
Unitario
Ético y con moral revolucionaria
Defensor de los derechos de la madre tierra
Defensor de la igualdad y equidad de género
Defensor de los derechos de las personas con discapacidad
Defensor de la democracia participativa y protagónica en la sociedad
Como vanguardia política del proceso revolucionario
Original y creativo
Defensor, impulsor y promotor del Poder Popular
Promotor del desarrollo endógeno
Defensor de la igualdad en el seno de la organización
Crítico y autocrítico
Basado en el principio del centralismo democrático y de dirección colectiva
Disciplinado
Practicante de la democracia interna en el partido
Los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) deben darle plena vigencia, con la práctica cotidiana, a todos estos principios, asumiendo la máxima del Che Guevara cuando dijo “la revolución se lleva en el corazón para morir por ella, y no en los labios para vivir de ella”, de esta manera, será completamente sincera y cierta nuestra consigna:
PATRIA SOCIALISTA O MUERTE…. VENCEREMOS
Aprobada por el I Congreso Extraordinario del PSUV, reunido en Plenaria, en Caracas, a los veinticuatro (24) días del mes de Abril de 2010.